JUEGOS DE TRANSPOSICIONES
Adel Alonso. Catálogo de la exposición Manjar caníbal de Mabi Revuelta, 1997
"La mujer loca vive en una gran habitación oscura, llena de espejos. A través del tiempo y desde que era niña espera el regreso de los habitantes, en aquel lugar abandonado". Mabi Revuelta posee un subconsciente prodigioso que nos proyecta. Si para muchos el subconsciente es esa parte de la personalidad confusa, molesta y oculta que para su tranquilidad importa permanecer fuera, Mabi parece activarlo. Y es que no son sus temas un ejercicio de revivir recuerdos, de rebuscar en cajón de sastre, más bien parece sumergirse en esa casa oscura llena de espejos rotos, en la que posiblemente hay un desván y hay un sótano, un tiempo detenido de objetos empolvados y telarañas, y un espacio activo más profundo de humedades.
Mabi Revuelta trata temas extraídos de su subconsciente particular ("relicario de horas"), del inconsciente colectivo ("animula vagula blandula"), desde los vicios privados ("pecaditos") a las pasiones públicas ("numerado, pesado, dividido"). Para ello acude al fecundo imaginario personal, se apoya inevitablemente en aspectos concretos del ritual funerario (embalsamados, velas), religioso (exvotos, martirologio), taxidermia y cirugía (momificaciones, operaciones, material médico), rituales de magia y brujería (jibarizaciones, reproducciones), cuentos populares (el hombre del saco), y últimamente más atenta a tratar temas de actualidad desde el punto de vista de las miserias colectivas (poder, dinero, sexo). Pero si algo recorre de manera sutil toda la obra de Mabi es, uno, su atmósfera de sombras y penumbras en el modo de velar-desvelar las figuras y los temas que trata, la gama de colores preferentemente ocres que utiliza, la ambigüedad de sus personajes híbridos, la ambientación de las instalaciones con luces laterales de baja intensidad creando espacios de penumbra. Dos, La elevación de la línea del horizonte, utilizando un término netamente pictórico, desde cuya posición nos presenta un mundo terráqueo de sombras y dudas, submundo poblado de fantasmas, un paisaje próximo de detalles y matices. No en vano siente inclinación en sus primeros años de trabajo por temas del ritual funerario mexicano, por la nave de los locos de Sebastián Brandt, Bruegel y El Bosco. Posiblemente no sean simples afecciones por estos autores, ella encuentra ciertas similitudes entre aquella época y la nuestra en las que se producen cambios fundamentales en los valores dominantes que resquebrajan social e individualmente conceptos culturales y religiosos mantenidos durante largo tiempo.
Mabi Revuelta, durante esta época (1990-1996), se ha sumergido por debajo de la línea del horizonte, línea que indefectiblemente estructura el paisaje, posiciona al autor y al espectador en la vivencia y reflejo de su mundo interior.
"De igual manera que un relato tiene la propiedad de evocar una imagen intensa en el lector, el discurso plástico, centrado casi siempre en la producción de objetos tangibles, es susceptible de funcionar como soporte del discurso literario, es decir, entrar en el orden de las palabras". Un objeto es la recuperación de algo porque se encontraba perdido (Lacan), u oculto o por resurgir. Mabi Revuelta plantea sus estrategias a partir de la invención de multitud de objetos-figurillas con las que construye escenificaciones a modo de teatros de bolsillo.
Sus figuras-objetos en posición estática parecen suspendidos en el tiempo, atrapados en el umbral, en un punto incierto o estadio de incertidumbre. Figuras en transición, híbridos, mutantes, ELLOS surgidos de un juego de transposiciones. Mitad humanos, mitad animales, mitad protésicos, son seres maléficos, como gárgolas góticas, que se vuelven amables y cotidianos.
Muy personal en su imaginario plástico construye nuevas figuras a partir de fragmentos de otras ya existentes, empalma elementos de procedencias diversas. Generalmente, una vez obtenido el original practica sobre él un molde desde el que obtiene réplicas en silicona, escayola, cera, plomo o chocolate, y a las que puede seguir prolongando otros elementos utilizados en el mercado cotidiano, o filambres tejidos minuciosamente por ella misma y bañados con pintura. En cualquier caso resultan sorprendentes por su perfecta manufactura y enormemente sugerente su juego de transposiciones. De este modo, tanto en la fabricación de los objetos como en la construcción de las obras coincide con lo dicho por Guy Debord en que cualquier elemento, no importa su procedencia, puede funcionar en nuevas combinaciones y crear nuevas relaciones.
Si bien en sus comienzos el proceso de construcción de las obras era por acumulación ordenada de todo tipo de cosas, Mabi Revuelta tiende cada vez más a procurar una sedimentación relajada de los contenidos. Las obras, menos cargadas de datos, son capaces de transmitirnos emociones, más pausados, tan intensas.
"Si en la tierra de arriba se come sopa, en la tierra de abajo ni siquiera la 'sopa a la parrilla', que busca con tenacidad - ¿romántica? - un personaje 'bien' del mundo alimentado, es un espejismo: la nada entre dos platos de nada es el sueño de la anorexia convertido en pesadilla". El antiguo horno de pan de La Ciudadela de Pamplona, donde se expone manjar caníbal, tiene por si mismo un poder evocador excepcional. Su poderosa estructura circular, los materiales cargados de connotaciones y la profunda penumbra que lo constituye hacen que este espacio, a la par que sugerente, sea problemático. La autora, sirviéndose de su antigua utilización como horno de pan, trata el tema del manjar, de la comida, llevándolo mucho más allá. Se apoya en la estructura circular del espacio, a partir de la cual crea con sus piezas un circulo que sin ajustarse a aquella la refuerza buscando envolver e implicar al espectador. Para ello utiliza únicamente dos obras diferenciadas: catorce piezas iguales y estáticas están construidas sobre un armazón blanco, que de algún modo rememora el botellero de Duchamp, quieren emular el cuerpo humano. Doce de ellas revestidas con una media transparente marrón a modo de piel, y dos, en puro esqueleto, a la altura de la cintura tienen incorporados unos objetos usiformes de alusión erótica. Cada pieza se encuentra rematada por la reproducción de una dentadura incrustada en su parte superior, dentadura anónima y distinta, resaltando con ello el detalle infalible de identidad. Estos comensales configuran en su colocación una imaginaria mesa redonda a la que todo espectador tiene su invitación particular, una vez en el interior del circulo y participes del banquete es posible que nos sintamos aludidos y delatados.
Otras dos piezas colocadas en el sector frontal del círculo, desde la entrada, también a escala humana, compuesta por tres filamentos cada una y rematadas por otras tantas dentaduras batientes, se abren y se cierran desacompasadamente accionadas por un resorte eléctrico. Su movilidad, en contraste con el inquietante estado de tránsito del resto, nos retrotraen al presente y refuerzan la sensación de acoso en el espectador.
Personajes metamorfoseados, objetos culpables responsables de desvelamientos in-oportunos, objetos especulares facultados en reconstruir imágenes del propio cuerpo desplazadas. Todo el conjunto concentra un intenso campo de referencias capaz de sumergirnos en un baño estético no exento de alusiones personales.
Mabi Revuelta, sensible a la fuerza del lugar y, sensible a los problemas endémicos que nuestra sociedad padece y alimenta, ha creado una irónica imaginería del más exultante realismo mágico, donde la plástica de los objetos reduce grados de dramatismo.
Manjar caníbal, titulo elegido por la autora para esta exposición es en si misma una expresión con redoble y contradictoria, que alude a la vez a un tipo de refinamiento cultural y al salvaje instinto. Es un banquete exquisito de sexo y muerte.
En manjar caníbal, Mabi Revuelta quiere enfrentarnos nuevamente a nuestras miserias colectivas en la construcción ritualizada de un espacio físico envolvente y con la presencia de un imaginario que alude, desde la propia subjetividad de cada uno, a la pasada y presente voracidad de nuestra cultura occidental.
Como dice Aldo Rovati, el espacio de penumbra«, entre la luz cegadora y la oscuridad de las tinieblas, permiten una mejor apreciación de los objetos y uno mejor comprensión entre los hombres.
Los textos en cursivo son fragmentos de cuentos escritos por Mabi Revuelta.