Espacio perdido. (1994-1996)
Al realizar una instalación, encuentro grandes diferencias de planteamiento en la ubicación de obras realizadas previamente, en la creación de obras para un espacio expositivo concreto y en la intervención del espacio con obra creada en el lugar. En todos los casos las obras han de establecer la precisa sintaxis.
La exploración del espacio exigirá un estudio de las relaciones espaciales atendiendo al lugar de ubicación de las obras y al espacio que estas crean, y a un estudio de los intervalos temporales y espacios vacíos.
El lugar no existe a priori, es la obra quien lo establece y define. Y más, se persigue la creación de ese lugar que habita la idea, interpenetrado, pues es la idea quien habita ese lugar si logra crearlo. Cada obra, cada elemento, es una idea articulada. La instalación, si funciona como propuesta, es una idea articulada.
Desde 1993 vengo exigiéndome una actitud de reducción de excesos en mis obras. Me propongo trabajar con los mínimos elementos, alejarme de contundencias expositivas, extroversiones exageradas, en una búsqueda de cierto grado cero y de desmaterialización de la obra. Para ello he ido eliminando en las obras aspectos tales como figuración, barroquismo, peso, color, materia, soporte... en una clara tendencia hacia ese grado cero.
Inundado de medios, de experiencias aprendidas, de información, de posibles vías a desarrollar (como demuestran las series catalogadas en el documento aparte titulado NO MAN'S LAND), inicio una tarea deconstructora a la hora de afrontar el trabajo.
La estrategia que pudiera seguir es precisamente inversa a la de pretender conseguir un objetivo, dirigiéndose más bien a la aniquilación de todo objetivo premeditado. Ejercicio de lavado, predisponer el campo a la sorpresa, a lo que pudiere suceder. En ese ejercicio de renuncia 'es, entonces, eso que queda'.
Formalmente tiendo a hacer obras "leves", trato de utilizar materiales y elementos formales pobres (no poveras), próximos y cotidianos, y sencillez de procesos. Intento reducir el lenguaje a mínimos básicos (no minimalistas), plantear soluciones formales concisas en un ejercicio disciplinar de decir el máximo posible con los mínimos recursos. Construyo las obras sobre un soporte imprescindible en la búsqueda de adecuación del significante y el significado, eligiendo aquel material más idóneo o utilizando ese material que por sus características se te ofrece y te despierta nuevas posibilidades. Próximo a la inmaterialidad o a cierta ambigüedad presencial y perceptiva: cristal, papel seda, aguadas, ausencias, etc.
Y se dan también en mis propuestas: intervenciones sobre el espacio, sobre los muros de las salas de exposiciones, en determinados puntos-lugares... En el primer caso, mediante un tratamiento virtual del espacio mismo rompiendo sus dimensiones (intento de hacer patente su indeterminación), su relación con el exterior (interior-exterior de la sala)... mediante espejos, cristales, líneas, desnivelados, hilos, tinta, agujeros, escribiendo sobre el muro, y otros elementos. En el segundo caso, busco una complicidad con el espectador obligándole a adoptar determinados puntos de vista, diversos recorridos. Y en el tercer caso, significando lugares, propiciando encuentros y apreciaciones comúnmente desapercibidas. Intervenciones de carácter local y efímeras, que no pretenden resolver nada sino sugerir encuentros y evidenciar (in)determinados aspectos.
Existe en mi intención la renuncia a planteamientos directos, e interés en proponer enunciados y aproximaciones. A modo de hilo conductor subterráneo o trasfondo conceptual, mantengo una inquietud de indagación sobre el concepto de UMBRAL y el concepto de AMBIGÜEDAD.
El UMBRAL (concepto inherente a toda obra de arte) es para mí ese espacio intermedio, espacio temporal y lugar 'entre'. Lugar vacío, de reflexión instantánea y, por tanto, de 'refracción'; de brevedad incierta, casi inaprensible. Es un momento que ha llegado, está ahí y se sabe de él en el instante; que no ocupa lugar, cual vacío significativo. "Umbral" como idea casi opuesta a intervalo y próximo a la idea de intersticio, de corte. Signo de contienda, límite y acceso a la vez. No lugar 'de paso' o 'de tránsito', sino su misma instantaneidad: 'paso', 'tránsito'.
El concepto de AMBIGÜEDAD tiene relación indirecta con la idea de UMBRAL. La "ambigüedad" es la capacidad de múltiples lecturas, o mejor, y con respecto a la obra, posibilidad de empatía diversa en múltiples observadores, la posibilidad de suceder cosas, de ser una cosa y otra y otra de modo in-explícito, incorrecto, no descriptivo, y posible; sin constataciones. La relación directa que quiero establecer entro "ambigüedad' y "umbral" está pretendida en la instalación, en la relación de las distintas obras (sucesión de umbrales, o vivencias) entre las que establezco espacios de silencio (como los silencios musicales), y perforaciones-pasos-pasajes en cada obra. Las obras hacen estos espacios a modo de perforación cualitativa, "creando espacios agujereados" que dice José Ángel Valente sobre las palabras. Las obras hacen el espacio reventando su materialidad, en la supresión de sus márgenes; ese lugar concitado de ideas y materialidad sólo existe en su rebosamiento, en la exploración de contenidos internos, y la exploración de la experiencia subjetiva del observador.
En lo formal, planteo la ambigüedad entre la obra y su (des)materialidad, el soporte y la obra, entre el objeto y su ausencia, lo lleno y lo vacío, el fondo y la figura, entre el sujeto y el objeto, entre el enunciado y su constatación, estableciendo un espacio contingente.
La instalación/intervención, en el plano narrativo en que la planteo aquí, es la relación de fragmentos, fragmentos sin tema, fragmentos de refracción y reflexión. La obra, en este sentido, ha de funcionar como 'umbral', como 'corte ligero', como 'inferencia', han de hacer posible el acceso a las distancias comunes, a los intervalos universales, espacios, quizá, de nadie.
"Piedras sobre el borde del círculo; me explayo en redondo; todo mí pequeño mundo está hecho migajas: en el centro ¿Qué?"
Esta frase de R. Barthes toca el núcleo de mis inquietudes, y esta otra, también de Barthes, podría ser la traducción de lectura de muchas de mis obras: "El tiempo del haikú no tiene sujeto: la lectura no posee otro 'yo' que la totalidad de los Haikús, cuyo 'yo', por refracción infinita, no es más quo el lugar de la lectura".
El espacio perdido es el espacio olvidado, el espacio a recuperar; es la tierra de nuestro propio interior: Espacio perdido de los sentidos, Espacio perdido de la realidad, Espacio perdido de la vivencia, Espacio perdido de la emoción.
Durante este periodo hago esfuerzos por vehicular las ideas, por atrapar ese espacio siquiera intuido, por ajustar el pensamiento plástico. Un nuevo proceso de trabajo que empieza a instituirse como norma básica en mi creación: preguntarme ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué ocurre delante de mí en este momento, más acá de lo que, se supone, persigo?
De este modo surgió la obra "espacio perdido" (casete y DM agujereado), en el que una cinta sonora recupera el sonido de la realización de la obra.
Las Intervenciones in situ y los materiales utilizados son vehículos transmisores de estas mismas preguntas. El espacio de exposición, los muros que constituyen la sala de exposiciones, el tras-muro o cámaras de aire y la calle o habitación tras ellos. Los materiales a utilizar, como el cristal, los olores, las luces, el aire. La previsión del comportamiento e itinerancia del visitante de la exposición y su posibilidad de intervención en la instalación.
El muro de la sala de exposiciones incorporado en la obra, es un elemento y un lugar en el que se abre el interrogante y la posibilidad. ¿Es la materialidad de la obra la estructura del edificio, el edificio entero es la obra? No es ahí donde encontramos una concreción del espacio y de la obra, sino precisamente donde comienza un 'otro' indefinido, por habitar, perdido, intuido.
El sonido del casete que demuestra que el hecho existió en un tiempo físico, ¿existe o es una recomposición temporal a través de nuestra experiencia? El espacio del sonido fue sobre la materia (la madera) que falta en/y otro lugar.
El aire que sale del muro nos dice del otro lado, y no del muro, y no del otro lado del muro: ¿de qué lado, existe físicamente o es alusión a un 'otro'? ¿Dónde está el cuerpo, dónde están los cortes que definen el tiempo (que lo miden) en su continuidad?
El cristal --espacio horadado, espacio indicativo, imagen cero-- es ambigüedad material y presencial. La reversibilidad del cristal interior/exterior, presencia y ausencia, provoca la ilusión de un recorrido, un desvarío a la mirada. Nos descubre el espacio como una dimensión interior.
Las ideas, como el cristal, son un interrogante a incierta distancia.
'Espacio perdido' ¿Cuáles son los indicios que nos orientan en este paisaje? ¿En qué distinguimos lo anterior de lo posterior, el lugar de aquí, la presencia y la ausencia en la configuración delante de nosotros? Lo fundamental de aquí es una materia inexistente, es el tiempo de la emoción, sensitivo, un espacio de algún dónde; una materia inconsistente a la vista, dudosa al tacto, incierta su presencia.
Se rompe en fragmentos la máscara al atravesar el espejo (el pasaje). Al otro lado, el paisaje interior, tiempo y espacio se encarnan en su habitar por dentro. Este espacio cualitativo es el 'estado' de la vivencia. No hay señal que nos indique.
Soy el viajero sorprendido, en constante despertar. La realidad no existe sino la emoción (a) que nos despiertan las cosas.
La vivencia artística tiene algo de inevitable. La elección se da en el encuentro de ese 'insoslayable', que también ocurre en cada obra. Es una relación de ida y vuelta, de autor que se despliega y la obra que te descubre. La obra artística es un hecho anticipado.
Alicia Fernández "El espacio recuperado".
Adel Alonso, narrador de nuevos puntos de vista de la mirada, se centra en la idea de espacio como una dimensión interior que siempre estuvo presente y que su actual proceso creativo pretende definir. Con una sutil expresión colmada de lirismo plástico, las obras nos revelan la vertiente más misteriosa de un lugar habitado cargado de emoción.
Lágrimas perforadas sobre el muro, derraman la sustancia contenida de sí mismas en su interior. Aperturas en las superficies se prestan para descubrir múltiples significados, el aire, la luz, el sonido. Son oquedades abiertas dispuestas a ser penetradas. No es la obra, sino el observador quien recupera el sentido, el espacio perdido, "en el seno de su renunciamiento" que dijera Rilke.
Descubrir y explorar la vivencia de un espacio apenas intuido para habilitarlo con la sugerente evocación de la memoria. De manera poética, las obras se vuelven leves y su apariencia escultórica se diluye. El artista plantea un recorrido pausado, un acercamiento cautelar, abstraer la mirada para sentir el vibrante palpitar del latido interior de la obra.
Manolo Quejido
"Espacio perdido". El dentro de lo que separa, su espesor y concomitancias, lo que habita en su espaciar-se, lo que media entre allí y aquí, entre dentro y afuera: esas membranas están hechas de lo mismo de lo que está hecho lo separado. Sencillamente se nos oculta, y estas obras lo revelan. En el tabique, al cortarlo, ocultas lágrimas derraman de su adentro lo contrario (¿) de sí mismas. Aperturas de las que sabremos de su fondo si las penetramos, ruido, aire, luz...
Xavier Sáenz de Gorbea
"Espacio perdido" se trata de la exposición más personal de Adel Alonso. Realiza un trabajo irreprochable desde el punto de vista de la práctica, pero ahora se muestra menos excesivo y más ajustado entre los medios y los fines, los modos y los motivos.
En algunas piezas se explora el alcance de los sentidos, no solo proponiendo ejercicios para la percepción visual sino también promoviendo sensibilizaciones para el sonido y el tacto. Al llevar al espectador a hechos físicos casi imperceptibles e inciertos, es necesario atención y concentración extrema.